Pueblo o Monopolios Desde la lucha por la aplicación de la 125 en 2008, donde pudimos observar blanco sobre negro el entrelazamiento monopólico en la Argentina, quedó de manifiesto que la confrontación es entre dos proyectos de país, y que esa confrontación es con el poder real, con la derecha atendida por sus propios dueños. Ante cada conquista del gobierno y el campo popular, se fueron sucediendo y espesando las respuestas del enemigo: de la Sociedad Rural y sus aliados rentistas; de las corporaciones mediáticas; de la Iglesia y su 'monopolio espiritual'; del sistema financiero, y podríamos seguir. La embestida de los últimos días desde un sector del complejo industrial encabezado por la multinacional Techint, que cuestionó el rumbo económico ("altos salarios, inversión, competitividad", etc.) exigiendo -en criollo- ajuste, endeudamiento y devaluación, y explicitando sus deseos de que 'todo va a ser muy distinto en el 2018', es un simple botón de muestra de cuáles son los planes del establishment si lograran interrumpir el proceso iniciado en el 2003. Esto se produce en el marco de una ofensiva más general que ubica al 7 de diciembre como un momento de gran trascendencia: ahí es cuando cae la cautelar que impidió que el Grupo Clarín se sometiera al proceso de desinversión. Ahí comienza una nueva y dura batalla. La disposición de la compañera Cristina es inequívoca: profundizar las transformaciones, confrontar con los monopolios y consolidar un rumbo donde el Estado nacional continúe recuperando porciones de soberanía. La decisión de que la empresa estatal Arsat explote el 25% de las frecuencias de telefonía celular, un mercado con fuerte concentración extranjera, constituye una nueva conquista en esa dirección. El gobierno abre camino y va creando las condiciones para una mayor intervención en los resortes fundamentales de la economía, venciendo posiciones dominantes que han prevalecido históricamente en las decisiones de fondo. Pero es una disputa cuyo desenlace dependerá esencialmente del nivel de movilización y organización popular que logremos alcanzar en el próximo periodo, es decir, de la posibilidad de contar con una fuerza organizada capaz de enfrentar los golpes del enemigo, que ataca por derecha y por "izquierda". Como advirtió días atrás la Presidenta, debemos estar alertas, en particular en estos meses previos al 7 de diciembre. Asistimos por estas horas a un despliegue mediático con grados de violencia y acción psicológica que no reconoce antecedentes. Nuevamente agitan el fantasma de la inseguridad con hechos fatales cotidianos -todos ellos instigados en el sur del conurbano bonaerense- donde intervienen bolsones de la justicia, la policía y el crimen organizado con el propósito de generar un clima de conmoción social que aliente un proceso de desestabilización política. Es el objetivo que persigue la cadena nacional del miedo y del desánimo. Por otra parte, desde los editoriales de los matutinos aleccionan a la oposición para que esta "aprenda de sus errores". Hay quienes sugieren que la forma de enfrentar al gobierno es desde "un programa socialdemócrata, que defienda la redistribución de la riqueza, con un Estado que controle y regule" (La Nación - 06/09/2012). En el campamento de la derecha van explorando diferentes senderos; el combate frontal no dio mayores resultados, ahora evalúan una alternativa que, disfrazando sus verdaderas intenciones, vaya torciendo el rumbo gradualmente. La mejor respuesta es el camino que hemos comenzado a recorrer a partir de la convocatoria de la compañera Cristina a la unidad y la organización de todos aquellos que se identifican con el proyecto nacional. Unidos y Organizados comienza a desplegarse por abajo, conformando mesas provinciales, regionales y municipales; en los barrios, en las universidades y colegios, entre la juventud trabajadora. Tras varios intentos, muchas veces entorpecidos por hegemonismos y vanidades, se impone la compresión de que nuestra tarea principal es construir el Frente necesario para defender lo conquistado. En este proceso, nos vamos encontrando los aliados estratégicos; aparece la posibilidad sin precedentes en nuestra historia de ir gestando la unidad de los revolucionarios, la fuerza que se desarrolle más allá de los triunfos o derrotas electorales, que en definitiva, se proponga luchar por los cambios de fondo en nuestra Patria. A eso aspiramos los comunistas. |
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